Nueve mujeres excepcionales
en Casa de Sefarad
El museo de la calle Judíos de Córdoba recibió durante 2023 la visita de voces femeninas necesarias de la cultura contemporánea
Sus nombres quizás no les diga nada. No ocupan las portadas de la prensa internacional. No abren telediarios. No pisan moqueta en los pasillos de la alta política. Pero son mujeres extraordinarias. Imprescindibles para entender la cultura de hoy. Musicólogas, periodistas, escritoras, sefardíes, investigadoras. Nueve mujeres que en 2023 visitaron la Casa de Sefarad y dejaron su sello personal y su enorme talento
FRANÇOISE ATLAN. De origen argelino y descendiente de judíos sefardíes, la cantante francesa es una de las voces más acreditadas del Mediterráneo. Maneja una extensa gama de registros y tradiciones musicales de las dos orillas: desde los cantos sufíes a los antiguos de sinagoga, pasando por el repertorio andalusí, las reminiscencias místicas o las canciones judeo-árabes. Es dueña de una técnica vocal prodigiosa, que se ha dejado escuchar en medio mundo: Nueva York, Canadá, Túnez, España, Alemania, Argelia, Países Bajos, Francia, Marruecos, Israel, Bélgica y México.
La conexión de Françoise Atlan con Casa de Sefarad tiene un origen sorprendente. Se produjo hace quince años en Marrakech. Sebastián de la Obra se había desplazado a la centenaria ciudad magrebí para participar en un congreso sobre judaísmo marroquí y presentar la candidatura de los moriscos españoles al Premio Príncipe de Asturias. Allí contacta con Françoise Atlan en un encuentro fugaz. Poco después, la invita a Casa de Sefarad con ocasión de la inauguración de la sala de mujeres. Y le propone dar una conferencia sobre el papel femenino en las músicas del Mediterráneo.
La intervención de Atlan fue un regalo. En lugar de pronunciar un discurso, ofrece un sublime concierto acompañada de un desnudo pandero. Canta en hebrero, en árabe, en turco, en griego, hasta en judeoespañol. Y despliega un poderoso repertorio a lo largo y ancho de las lenguas y los ritmos mediterráneos. El nexo con Casa de Sefarad se agiganta y Françoise Atlan descubre en la biblioteca del museo una deslumbrante colección de partituras de música sefardí de principios del siglo XX, que Sebastián de la Obra adquirió en una librería de viejo de Buenos Aires.
Atlan es consciente del tesoro que acaba de coger en sus manos y fotocopia todas las partituras que le ofrece el director de Casa de Sefarad. La cantante franco-argelina ha encontrado un lugar mágico en su recorrido vital. Y en 2023 propone la Casa de Sefarad para impartir una masterclass del Instituto Internacional de Músicas del Mundo, con sede en el sur de Francia. Llegan a Córdoba catorce alumnos franceses, tunecinos, griegos y españoles, y preparan un repertorio de música sefardí. El máster concluye con un inédito concierto a cargo de los estudiantes y la reputada cantante y musicóloga francesa.
El flechazo entre Casa de Sefarad y Françoise Atlan no cesa. Y en enero de este mismo año, la gran cantante del Mediterráneo regresa al museo judío de Córdoba para grabar un disco de música sefardí junto a tres instrumentistas de alto nivel. Durante una semana el cuarteto ha dado forma a una colección de composiciones tradicionales sefardíes que serán distribuidas en el mismo centro dirigido por Sebastián de la Obra.
GENIE MILGROM. La suya es una historia singular. Escritora cubana nacida en La Habana, a la muerte de su abuela encuentra en la casa familiar una serie de objetos enigmáticos. Se trata de una menorá, un candelabro de siete brazos y unas extrañas medallas. Genie Milgron comienza a tirar del hilo y descubre que su familia proviene de judíos conversos emigrados a Centroamérica en el siglo XVII. El hallazgo le provoca un impacto personal definitivo y entrega su vida a explorar la genealogía familiar.
Su periplo investigador la conduce a los archivos de la Inquisición de México, Portugal y Simancas, en la provincia española de Valladolid, donde indaga hasta sus antepasados justo antes de cruzar el Atlántico para huir de la persecución. En esa incansable búsqueda, aparece en su rádar la Casa de Sefarad. Milgrom sabe que su biblioteca dispone de un formidable fondo especializado en la Inquisición y un inventario de todas las víctimas llevadas a la hoguera por el Tribunal del Santo Oficio de Córdoba. Durante dos días se encierra entre libros y documentos para rastrear su genealogía.
Genie Milgrom ha viajado a Israel y ha logrado reconstruir toda su memoria familiar, aunque no cuenta con el reconocimiento explícito del rabinato. Es autora de un interesante recetario de cocina judeoconversa y cripto judía que ha sido publicado bajo el título de The recipes of my 15 grandmothers (Las recetas de mis quince abuelas).
ELENA DEL AMO. Llamó a la puerta de Casa de Sefarad empujada por su inagotable curiosidad periodística y viajera. De hecho, colabora con las más prestigiosas revistas de viajes de España, pero también medios de información general. Escribe para Viajar, Geo, La Vanguardia, El Mundo, El Periódico y Fuera de Serie. Trabaja en el programa especializado ‘Gente Viajera’, de la cadena Onda Cero, así como en la agencia Focus on Women, donde establece su centro de operaciones en Vietnam, Estambul y Omán.
Ha sido guía en Marruecos y Turquía. Tiene un postgrado en Información Internacional y un máster en Migraciones y Relaciones Interculturales. Su visitado blog Ni el baúl de la Piquer ofrece información viajera de todas las latitudes. Lo mismo contiene datos prácticos de África, que anécdotas curiosas de Asia, América, Europa y las Islas Cíes.
Llegó a Casa de Sefarad de la mano de la abogada cordobesa Magdalena Entrenas. Recorrió todas sus salas con atención y le propuso a Sebastián de la Obra dedicarle un espacio radiofónico al centro de interpretación judío que dirige en su programa de viajes. Elena del Amo y Sebastián de la Obra conectaron por el hilo de Estambul. Los dos conocen la bella ciudad del Bósforo como la palma de su mano, cada uno desde una perspectiva diferente. La periodista en su faceta más práctica y el director de Casa de Sefarad por el lado de sus inagotables secretos.
MARJORIE AGOSIN. Un día Casa de Sefarad recibe un correo electrónico del Programa de Estudios Hispánicos de Córdoba (PRESHCO), que acoge a estudiantes anglosajones de diversas partes del mundo. El programa de inmersión lingüística y académica, dependiente de la UCO, tenía previsto recibir a una escritora y poeta estadounidense y buscaba un lugar idóneo para dar una conferencia a los alumnos. La secretaria de la Casa de Sefarad toma nota de la petición y la traslada a Sebastián de la Obra, que ordena disponer todo para atender adecuadamente la propuesta de PRESHCO.
Todo estaba listo para el acto cuando el director del museo judío se gira y le pregunta distraídamente a Ester: “Por cierto. ¿Quién es la escritora que viene de Estados Unidos?”. Y la secretaria le responde: “Una tal Marjorie Agosin”. “¡¿Cómo?!”, pregunta Sebastián de la Obra arqueando los ojos. “¡¿Marjorie Agosin?!”. Nada menos que una de sus autoras de cabecera, sobre cuya obra llevaba el historiador trabajando desde hace años.
Agosin es una escritora chileno-estadounidense, novelista, poeta y ensayista, que trabaja como docente en el célebre Wellesley College de Massachusetts. Su escritura está catalogada en el mundo anglosajón en el epígrafe de la llamada literatura de frontera, por su compromiso insobornable en defensa de los derechos humanos. Junto con Roberto Bolaño, también chileno, la escritora ha sacado a la luz el dramático feminicidio que se produce en la mexicana Ciudad de Juárez como un goteo incesante y siniestro de asesinatos de mujeres a manos de los cárteles de la droga.
Marjorie Agosin es judía asquenazi y autora de un estremecedor poemario que juega con la metáfora del desierto y el agua como escenario lúgubre del reguero de cadáveres que aparecían abandonados en el páramo inabarcable de Sonora. Y es la primera escritora también en recuperar la figura de las arpilleras chilenas, mujeres pobres de Santiago de Chile que denuncian la injusticia, la cárcel y la dictadura pinochetista a través de sus telares artesanales.
Su compromiso con la dignidad humana es incesante. Ha escrito sobre las escritoras olvidadas, los desaparecidos de la junta militar argentina, la memoria de Anna Frank y la huella judía en el continente americano. Por todo ello, fue acreedora del premio Human Rigths Leadership Award otorgado por la ONU. Entre su prolífica producción ensayística, publicada en inglés y español, es preciso citar Maps of Memory, Las chicas desobedientes, Circles of Madness: Mothers of the Plazade Mayo, Violeta Parra: santa de pura-greda, Secrets in the Sand: The Young Women of Juarez y Sagrada memoria: reminiscencias de una niña judía en Chile
El día del acto apareció una mujer bajita, sensible y de cierta edad. Su voz se desenvolvía pausada y su mirada era particularmente tierna. Sebastián de la Obra conocía al detalle su creación ensayística y literaria, pero nunca la había visto. Antes del acto, el director de Casa de Sefarad la hace subir a la biblioteca del centro. La sienta en una silla y comienza a sacar, uno tras otro, los libros de Agosin. La escritora chileno-estadounidense no salía de su asombro. La conferencia, como cabía esperar, fue muy emotiva. Y fue Sebastián de la Obra, también como cabía esperar, quien presentó a una de sus admiradas mujeres investigadas.
LUCE LÓPEZ-BARALT. Estamos ante la referencia mundial de literatura medieval y renacentista española. Sin discusión. Sus estudios sobre la mística son de obligada lectura para cualquier investigador especializado. Y ha buceado en las raíces islámicas de la cultura escrita española, como atestiguan algunos de los esclarecedores ensayos que ha publicado. San Juan de la Cruz y el islam es una obra esencial de la literatura comparada. Y en Huellas del islam en la literatura española sigue el rastro de la cultura islámica en la producción literaria peninsular desde el Arcipreste de Hita hasta Juan de Goytisolo.
Es catedrática de la Universidad de Puerto Rico y merecedora de un aluvión de premios y reconocimientos por las academias más prestigiosas del planeta. Se formó en Harvard, donde cimentó un triángulo virtuoso junto a Juan Goytisolo y Francisco Márquez Villanueva. Precisamente Goytisolo fue el eslabón que engarzó a López-Baralt con Sebastián de la Obra y Casa de Sefarad. La conexión se produjo también en Marrakech en la primera década del tercer milenio. De la Obra buscaba apoyos para la candidatura de los moriscos al Premio Príncipe de Asturias y el escritor español afincado en Marruecos le facilitó el contacto con la investigadora puertorriqueña. Ahí prendió la relación entre Luce López-Baralt y Sebastián de la Obra, lector incansable de su producción investigadora desde que tenía diecinueve años.
Conferenciante asidua en Asia, América, Oriente Medio y Europa, ha ocupado las cátedras honoríficas de Emilio García Gómez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Ernesto Cardenal, con quien le unía una estrecha amistad personal e intelectual. Luce López-Baralt visitó finalmente la Casa de Sefarad gracias a una rocambolesca historia. Un hilo que remite a una joven neoyorquina que un día llamó a la puerta del museo atraída por sus fondos bibliotecarios. La mujer se llama Christine Marie Murphy McGovern, vivía en Sevilla y en ese momento preparaba su tesis doctoral.
La joven estadounidense se sienta con Sebastián de la Obra y le confiesa su deseo de trabajar sobre la mística judía y musulmana española, y su influencia en la literatura contemporánea. Christine Marie Murphy partía de cero. No tenía ni idea. Ni de mística ni de lengua castellana. Y ahí apareció Luce López-Baralt. Si quería iniciarse en el estudio de la literatura española medieval y su huella islamojudía, estaba obligada a recurrir a la mayor experta mundial. Eso hizo. Contactó con la catedrática puertorriqueña a través de Sebastián de la Obra y trabó un vínculo académico que acabó convirtiéndose en una espléndida relación de amistad.
Cuatro años después, todo ese proceso de consulta y estudio triangular ha terminado fortaleciendo los lazos personales de Christine, Sebastián y Luce López-Baratl. Hasta el punto de que la gran investigadora puertorriqueña vino personalmente a visitar la Casa de Sefarad en 2023, aprovechando que recogía un premio otorgado por la Casa de América en Madrid y una conferencia que ofreció en la Escuela de Estudios Árabes de Granada. Entre medias, se acercó a Córdoba para conocer personalmente al director del centro sefardí y el excepcional tesoro de papel que guarda en la primera planta, bibliografía casi completa de López-Baralt incluida.
La acreditada experta quería agradecerle también el feliz papel desempeñado por Sebastián de la Obra en la forja del vínculo académico y personal que hoy la une con su discípula Christine Murphy. Otra mujer, por cierto, que figura entre las nueve a las que Casa de Sefarad quiere rendir homenaje en este reportaje.
CHRISTINE MARIE MURPHY McGOVERN. Parte de su historia está entrelazada con la de Luce López-Baralt. Y se encuentra, por lo tanto, desgranada en el anterior epígrafe. Nació en Nueva York en el seno de una familia de origen irlandés. Se graduó en Filología de Lenguas Romances y acabó residiendo en Sevilla, donde ha echado profundas raíces. El suyo es un caso singular de crecimiento académico sorprendente, cimentado, en gran medida, en la biblioteca de Casa de Sefarad y bajo la fiable guía de su director.
Como resultado de más de tres años de investigación e interminables sesiones de estudio en el centro sefardí de Córdoba, Christine Marie Murphy presentó su tesis doctoral en la Universidad de Sevilla bajo el título de Las huellas de la mística judía y musulmana medieval en autores contemporáneos hispánicos. Su trabajo representa una notable aportación a los estudios de literatura comparada y examina la influencia que el sufismo y la cábala han dejado en la obra de tres autores contemporáneos: Francisco Martínez Dalmases, Mario Satz Tettlenbaum y, cómo no, Luce López-Baralt. La meritoria investigación de Murphy aborda la obra de Ibn Massarra, Ibn Arabi, Abu Madyan, Moisés de León, Abraham Abulafia, Ibn Pakuda y otros muchos autores medievales.
La joven doctora eligió los tres autores de referencia por indicación de Sebastián de la Obra. Mario Satz es un escritor argentino judío muy influido por la cábala, mientras que Francisco Martínez Dalmases es un autor español convertido al islam y prolífico en la creación de relatos cortos. Uno de ellos, El Candil, es un texto de tradición oral sufí con reminiscencias no solo hispanas, sino persas y de otras latitudes orientales. De los tres, Luce López-Baralt ha sido, sin duda, la referencia decisiva para Christine Marie Murphy.
Sus conversaciones virtuales con la catedrática americana han resultado enormemente fructíferas para el trabajo de investigación tenazmente urdido por la doctora neoyorquina. La relación académica y personal entre ambas ha crecido en paralelo a lo largo de tres años. Hasta el punto de que hoy Christine Marie Murphy vive con su familia en Puerto Rico, en cuya Universidad trabaja sin descanso.
MYRIAM MOSCONA. Nació en México en una familia a cuyos miembros apenas entendía. Sus padres y su abuela huyeron de Bulgaria tras la Segunda Guerra Mundial. Eran sefardíes. Y en casa se hablaba búlgaro y judeoespañol. En medio de aquella algarabía, Myriam Moscona se atrinchera en el castellano y en la identidad mexicana. Hasta que logra una beca y viaja a la tierra de sus antepasados. En Bulgaria conecta con ancianos amigos de sus abuelos. Los escucha hablar en ladino y pone en marcha un curioso proceso de aprendizaje para comprender su críptica infancia.
Producto de ese atribulado viaje a los demonios familiares nace años después un libro portentoso titulado Tela de sevoya. En el texto, a caballo entre la novela, la memoria y la catarsis personal, Myriam Moscona se reconcilia con un pasado que tardó años en digerir. Algunos pasajes del libro son prodigiosos, como este que reproducimos a continuación: “Mi abuela tiene un momento de lucidez antes de morir. Está al pie de su cama cuando suspira jalando aire como si fuera a encender un motor. La tomo de la mano y le digo al oído: “Abuela, ¿me perdonas?” Voltea la cara y me dice: «No. Para una preta kriatura komo sos, no ai pedron”. Hoy día, Myriam Moscona, autora de varios poemarios y novelas, es la escritora mexicana más leída en el mundo anglosajón.
Su nexo con la Casa de Sefarad llega por un conducto que podríamos calificar de estrambótico. Un día aparece en la bandeja del correo electrónico corporativo un mensaje de un señor llamado Isaac Sevilla. Es un judío sefardí mexicano que prepara un viaje a Córdoba porque está convencido de que sus antepasados medievales provenían de la ciudad andaluza. Se trata de un empresario de mediana edad y carácter afable. Y nada más entrar en la Casa de Sefarad pidió permiso para cantar. Durante diez días consecutivos, visita regularmente el museo judío hasta que regresa a México.
Un mes más tarde, llega otro mensaje a la bandeja del correo corporativo. Era Myriam Moscona. “Nuestro amigo común, Isaac Sevilla, me ha dicho que me cita usted continuamente y que tiene todos mis libros en su biblioteca”. Y así era. La escritora mexicana es una de las mujeres del catálogo de preferencias de Sebastián de la obra desde hace años. Myriam Moscona prepara un viaje a Barcelona para pronunciar una conferencia y se ofrece a dar una charla en Casa de Sefarad. Su visita ya está registrada en un lugar prioritario del centro judío. Llegó a Córdoba y dijo: “Me ha llegado una lengua justo cuando se está apagando”. Se refería al judeoespañol. Pero también aseguró lo siguiente: “Soy mujer en México. Terrible. Soy judía en México. Terrible. Y además soy sefardí en un país donde la comunidad asquenazi es la poderosa. Terrible”.
CONCHA PÉREZ ROJAS. A finales de 2022, el director de Casa de Sefarad recibió un correo electrónico de su amigo Álvaro Martínez Sevilla, el ingeniero que diseccionó la Alhambra y la Mezquita de Córdoba bajo el prisma de las matemáticas. Una escritora y docente acababa de publicar un curioso libro y quería presentarlo en el centro de interpretación judío cordobés. Al cabo de una semana, Sebastián de la Obra recibe un ejemplar de Ukraína, editado por la prestigiosa editorial Huerga & Fierro. En el texto, la autora recorre las ciudades ucranianas que en el primer tercio del siglo XX registraron una sucesión de pogromos judíos, que anticiparon el Holocausto nazi.
Las masacres antisemitas que describe Concha Pérez Rojas en su libro fueron ejecutadas por los fascistas ucranianos, pero también por las tropas soviéticas de Stalin. El libro exhibía una prosa bien construida, salpicada de episodios de carácter emocional. Y convenció al director de Casa de Sefarad de la oportunidad de presentarlo en la sala de la sinagoga el Día del Holocausto a finales de enero de 2023. Había una circunstancia que reforzaba la pertinencia del acto: Ucrania acababa de ser invadida por la Rusia de Putin.
Concha Pérez Rojas es doctora en Comunicación por la Universidad de Granada y graduada por la Escuela Internacional de Estudios sobre el Holocausto Yad Vashem, de Jerusalén. Su trayectoria investigadora está jalonada de estudios y colaboraciones bibliográficas sobre el Holocausto judío y sus circunstancias. Ha escrito sobre Auschwitz, Primo Levi, el juicio de Nuremberg y la creación literaria en el contexto de la Shoah.
La sala de la sinagoga de la Casa de Sefarad se llenó. Y Sebastián de la Obra glosó los prolegómenos del Holocausto y el papel anticipador que representaron las persecuciones masivas y persistentes contra los judíos ya en suelo Ucraniano apenas una década antes del gran genocidio que marcó el siglo XX.
VERED GUTTMAN. Es periodista estadounidense y crítica gastronómica del Washington Post y Haaretz. Despliega un enorme catálogo de conocimiento sobre la tradición culinaria sefardí diseminada por Europa, Oriente Medio y el Mediterráneo. Los judíos expulsados de España se llevaron su cultura alimentaria, pero también se permearon de las tradiciones gastronómicas de los países de acogida. Su web profesional (https://veredguttman.com) contiene un vademécum enciclopédico con recetas procedentes de Israel, Irak, Turquía, Polonia, Rusia, Marruecos, Hungría o Túnez.
Parte de sus saberes culinarios los heredó de sus abuelas iraquí y polaca, de quienes aprendió en su infancia israelí. Oriente y occidente, sefardíes y asquenazis conviven en todo un banquete de memorias gastronómicas cocinadas a lo largo de los siglos en el seno de su propia familia. Su reconocido magisterio en la disciplina empujó a todo un presidente de EEUU, Barak Obama, a encargarle la preparación del séder de la festividad judía de Pesah de 2014.
Todas esas anécdotas las conoció Sebastián de la Obra por boca de la propia Vered Guttman. Una mañana de 2023 apareció por la Casa de Sefarad con su familia en un viaje privado a España. En su visita al museo, se topó con la sala dedicada a la cocina sefardí. Y allí se dio de bruces con su nombre como una de las referentes mundiales. Vered Guttman se dirige a los empleados del centro. Quiere hablar personalmente con el responsable. Sebastián de la Obra estaba en ese momento en la biblioteca. La experta gastronómica estadounidense sube a la primera planta y mantiene con el director una larga y cordial conversación. Le agradece el reconocimiento que el centro judío le dispensa, le revela unos cuantos episodios de su vida profesional, entre ellos el de Obama, y le confiesa su pasión secreta: el universo de los judíos conversos.
Sus nombres quizás no les diga nada. No ocupan las portadas de la prensa internacional. No abren telediarios. No pisan moqueta en los pasillos de la alta política. Pero son mujeres extraordinarias. Imprescindibles para entender la cultura de hoy. Musicólogas, periodistas, escritoras, sefardíes, investigadoras. Nueve mujeres que en 2023 visitaron la Casa de Sefarad y dejaron su sello personal y su enorme talento
FRANÇOISE ATLAN. De origen argelino y descendiente de judíos sefardíes, la cantante francesa es una de las voces más acreditadas del Mediterráneo. Maneja una extensa gama de registros y tradiciones musicales de las dos orillas: desde los cantos sufíes a los antiguos de sinagoga, pasando por el repertorio andalusí, las reminiscencias místicas o las canciones judeo-árabes. Es dueña de una técnica vocal prodigiosa, que se ha dejado escuchar en medio mundo: Nueva York, Canadá, Túnez, España, Alemania, Argelia, Países Bajos, Francia, Marruecos, Israel, Bélgica y México.
La conexión de Françoise Atlan con Casa de Sefarad tiene un origen sorprendente. Se produjo hace quince años en Marrakech. Sebastián de la Obra se había desplazado a la centenaria ciudad magrebí para participar en un congreso sobre judaísmo marroquí y presentar la candidatura de los moriscos españoles al Premio Príncipe de Asturias. Allí contacta con Françoise Atlan en un encuentro fugaz. Poco después, la invita a Casa de Sefarad con ocasión de la inauguración de la sala de mujeres. Y le propone dar una conferencia sobre el papel femenino en las músicas del Mediterráneo.
La intervención de Atlan fue un regalo. En lugar de pronunciar un discurso, ofrece un sublime concierto acompañada de un desnudo pandero. Canta en hebrero, en árabe, en turco, en griego, hasta en judeoespañol. Y despliega un poderoso repertorio a lo largo y ancho de las lenguas y los ritmos mediterráneos. El nexo con Casa de Sefarad se agiganta y Françoise Atlan descubre en la biblioteca del museo una deslumbrante colección de partituras de música sefardí de principios del siglo XX, que Sebastián de la Obra adquirió en una librería de viejo de Buenos Aires.
Atlan es consciente del tesoro que acaba de coger en sus manos y fotocopia todas las partituras que le ofrece el director de Casa de Sefarad. La cantante franco-argelina ha encontrado un lugar mágico en su recorrido vital. Y en 2023 propone la Casa de Sefarad para impartir una masterclass del Instituto Internacional de Músicas del Mundo, con sede en el sur de Francia. Llegan a Córdoba catorce alumnos franceses, tunecinos, griegos y españoles, y preparan un repertorio de música sefardí. El máster concluye con un inédito concierto a cargo de los estudiantes y la reputada cantante y musicóloga francesa.
El flechazo entre Casa de Sefarad y Françoise Atlan no cesa. Y en enero de este mismo año, la gran cantante del Mediterráneo regresa al museo judío de Córdoba para grabar un disco de música sefardí junto a tres instrumentistas de alto nivel. Durante una semana el cuarteto ha dado forma a una colección de composiciones tradicionales sefardíes que serán distribuidas en el mismo centro dirigido por Sebastián de la Obra.
GENIE MILGROM. La suya es una historia singular. Escritora cubana nacida en La Habana, a la muerte de su abuela encuentra en la casa familiar una serie de objetos enigmáticos. Se trata de una menorá, un candelabro de siete brazos y unas extrañas medallas. Genie Milgron comienza a tirar del hilo y descubre que su familia proviene de judíos conversos emigrados a Centroamérica en el siglo XVII. El hallazgo le provoca un impacto personal definitivo y entrega su vida a explorar la genealogía familiar.
Su periplo investigador la conduce a los archivos de la Inquisición de México, Portugal y Simancas, en la provincia española de Valladolid, donde indaga hasta sus antepasados justo antes de cruzar el Atlántico para huir de la persecución. En esa incansable búsqueda, aparece en su rádar la Casa de Sefarad. Milgrom sabe que su biblioteca dispone de un formidable fondo especializado en la Inquisición y un inventario de todas las víctimas llevadas a la hoguera por el Tribunal del Santo Oficio de Córdoba. Durante dos días se encierra entre libros y documentos para rastrear su genealogía.
Genie Milgrom ha viajado a Israel y ha logrado reconstruir toda su memoria familiar, aunque no cuenta con el reconocimiento explícito del rabinato. Es autora de un interesante recetario de cocina judeoconversa y cripto judía que ha sido publicado bajo el título de The recipes of my 15 grandmothers (Las recetas de mis quince abuelas).
ELENA DEL AMO. Llamó a la puerta de Casa de Sefarad empujada por su inagotable curiosidad periodística y viajera. De hecho, colabora con las más prestigiosas revistas de viajes de España, pero también medios de información general. Escribe para Viajar, Geo, La Vanguardia, El Mundo, El Periódico y Fuera de Serie. Trabaja en el programa especializado ‘Gente Viajera’, de la cadena Onda Cero, así como en la agencia Focus on Women, donde establece su centro de operaciones en Vietnam, Estambul y Omán.
Ha sido guía en Marruecos y Turquía. Tiene un postgrado en Información Internacional y un máster en Migraciones y Relaciones Interculturales. Su visitado blog Ni el baúl de la Piquer ofrece información viajera de todas las latitudes. Lo mismo contiene datos prácticos de África, que anécdotas curiosas de Asia, América, Europa y las Islas Cíes.
Llegó a Casa de Sefarad de la mano de la abogada cordobesa Magdalena Entrenas. Recorrió todas sus salas con atención y le propuso a Sebastián de la Obra dedicarle un espacio radiofónico al centro de interpretación judío que dirige en su programa de viajes. Elena del Amo y Sebastián de la Obra conectaron por el hilo de Estambul. Los dos conocen la bella ciudad del Bósforo como la palma de su mano, cada uno desde una perspectiva diferente. La periodista en su faceta más práctica y el director de Casa de Sefarad por el lado de sus inagotables secretos.
MARJORIE AGOSIN. Un día Casa de Sefarad recibe un correo electrónico del Programa de Estudios Hispánicos de Córdoba (PRESHCO), que acoge a estudiantes anglosajones de diversas partes del mundo. El programa de inmersión lingüística y académica, dependiente de la UCO, tenía previsto recibir a una escritora y poeta estadounidense y buscaba un lugar idóneo para dar una conferencia a los alumnos. La secretaria de la Casa de Sefarad toma nota de la petición y la traslada a Sebastián de la Obra, que ordena disponer todo para atender adecuadamente la propuesta de PRESHCO.
Todo estaba listo para el acto cuando el director del museo judío se gira y le pregunta distraídamente a Ester: “Por cierto. ¿Quién es la escritora que viene de Estados Unidos?”. Y la secretaria le responde: “Una tal Marjorie Agosin”. “¡¿Cómo?!”, pregunta Sebastián de la Obra arqueando los ojos. “¡¿Marjorie Agosin?!”. Nada menos que una de sus autoras de cabecera, sobre cuya obra llevaba el historiador trabajando desde hace años.
Agosin es una escritora chileno-estadounidense, novelista, poeta y ensayista, que trabaja como docente en el célebre Wellesley College de Massachusetts. Su escritura está catalogada en el mundo anglosajón en el epígrafe de la llamada literatura de frontera, por su compromiso insobornable en defensa de los derechos humanos. Junto con Roberto Bolaño, también chileno, la escritora ha sacado a la luz el dramático feminicidio que se produce en la mexicana Ciudad de Juárez como un goteo incesante y siniestro de asesinatos de mujeres a manos de los cárteles de la droga.
Marjorie Agosin es judía asquenazi y autora de un estremecedor poemario que juega con la metáfora del desierto y el agua como escenario lúgubre del reguero de cadáveres que aparecían abandonados en el páramo inabarcable de Sonora. Y es la primera escritora también en recuperar la figura de las arpilleras chilenas, mujeres pobres de Santiago de Chile que denuncian la injusticia, la cárcel y la dictadura pinochetista a través de sus telares artesanales.
Su compromiso con la dignidad humana es incesante. Ha escrito sobre las escritoras olvidadas, los desaparecidos de la junta militar argentina, la memoria de Anna Frank y la huella judía en el continente americano. Por todo ello, fue acreedora del premio Human Rigths Leadership Award otorgado por la ONU. Entre su prolífica producción ensayística, publicada en inglés y español, es preciso citar Maps of Memory, Las chicas desobedientes, Circles of Madness: Mothers of the Plazade Mayo, Violeta Parra: santa de pura-greda, Secrets in the Sand: The Young Women of Juarez y Sagrada memoria: reminiscencias de una niña judía en Chile
El día del acto apareció una mujer bajita, sensible y de cierta edad. Su voz se desenvolvía pausada y su mirada era particularmente tierna. Sebastián de la Obra conocía al detalle su creación ensayística y literaria, pero nunca la había visto. Antes del acto, el director de Casa de Sefarad la hace subir a la biblioteca del centro. La sienta en una silla y comienza a sacar, uno tras otro, los libros de Agosin. La escritora chileno-estadounidense no salía de su asombro. La conferencia, como cabía esperar, fue muy emotiva. Y fue Sebastián de la Obra, también como cabía esperar, quien presentó a una de sus admiradas mujeres investigadas.
LUCE LÓPEZ-BARALT. Estamos ante la referencia mundial de literatura medieval y renacentista española. Sin discusión. Sus estudios sobre la mística son de obligada lectura para cualquier investigador especializado. Y ha buceado en las raíces islámicas de la cultura escrita española, como atestiguan algunos de los esclarecedores ensayos que ha publicado. San Juan de la Cruz y el islam es una obra esencial de la literatura comparada. Y en Huellas del islam en la literatura española sigue el rastro de la cultura islámica en la producción literaria peninsular desde el Arcipreste de Hita hasta Juan de Goytisolo.
Es catedrática de la Universidad de Puerto Rico y merecedora de un aluvión de premios y reconocimientos por las academias más prestigiosas del planeta. Se formó en Harvard, donde cimentó un triángulo virtuoso junto a Juan Goytisolo y Francisco Márquez Villanueva. Precisamente Goytisolo fue el eslabón que engarzó a López-Baralt con Sebastián de la Obra y Casa de Sefarad. La conexión se produjo también en Marrakech en la primera década del tercer milenio. De la Obra buscaba apoyos para la candidatura de los moriscos al Premio Príncipe de Asturias y el escritor español afincado en Marruecos le facilitó el contacto con la investigadora puertorriqueña. Ahí prendió la relación entre Luce López-Baralt y Sebastián de la Obra, lector incansable de su producción investigadora desde que tenía diecinueve años.
Conferenciante asidua en Asia, América, Oriente Medio y Europa, ha ocupado las cátedras honoríficas de Emilio García Gómez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes y Ernesto Cardenal, con quien le unía una estrecha amistad personal e intelectual. Luce López-Baralt visitó finalmente la Casa de Sefarad gracias a una rocambolesca historia. Un hilo que remite a una joven neoyorquina que un día llamó a la puerta del museo atraída por sus fondos bibliotecarios. La mujer se llama Christine Marie Murphy McGovern, vivía en Sevilla y en ese momento preparaba su tesis doctoral.
La joven estadounidense se sienta con Sebastián de la Obra y le confiesa su deseo de trabajar sobre la mística judía y musulmana española, y su influencia en la literatura contemporánea. Christine Marie Murphy partía de cero. No tenía ni idea. Ni de mística ni de lengua castellana. Y ahí apareció Luce López-Baralt. Si quería iniciarse en el estudio de la literatura española medieval y su huella islamojudía, estaba obligada a recurrir a la mayor experta mundial. Eso hizo. Contactó con la catedrática puertorriqueña a través de Sebastián de la Obra y trabó un vínculo académico que acabó convirtiéndose en una espléndida relación de amistad.
Cuatro años después, todo ese proceso de consulta y estudio triangular ha terminado fortaleciendo los lazos personales de Christine, Sebastián y Luce López-Baratl. Hasta el punto de que la gran investigadora puertorriqueña vino personalmente a visitar la Casa de Sefarad en 2023, aprovechando que recogía un premio otorgado por la Casa de América en Madrid y una conferencia que ofreció en la Escuela de Estudios Árabes de Granada. Entre medias, se acercó a Córdoba para conocer personalmente al director del centro sefardí y el excepcional tesoro de papel que guarda en la primera planta, bibliografía casi completa de López-Baralt incluida.
La acreditada experta quería agradecerle también el feliz papel desempeñado por Sebastián de la Obra en la forja del vínculo académico y personal que hoy la une con su discípula Christine Murphy. Otra mujer, por cierto, que figura entre las nueve a las que Casa de Sefarad quiere rendir homenaje en este reportaje.
CHRISTINE MARIE MURPHY McGOVERN. Parte de su historia está entrelazada con la de Luce López-Baralt. Y se encuentra, por lo tanto, desgranada en el anterior epígrafe. Nació en Nueva York en el seno de una familia de origen irlandés. Se graduó en Filología de Lenguas Romances y acabó residiendo en Sevilla, donde ha echado profundas raíces. El suyo es un caso singular de crecimiento académico sorprendente, cimentado, en gran medida, en la biblioteca de Casa de Sefarad y bajo la fiable guía de su director.
Como resultado de más de tres años de investigación e interminables sesiones de estudio en el centro sefardí de Córdoba, Christine Marie Murphy presentó su tesis doctoral en la Universidad de Sevilla bajo el título de Las huellas de la mística judía y musulmana medieval en autores contemporáneos hispánicos. Su trabajo representa una notable aportación a los estudios de literatura comparada y examina la influencia que el sufismo y la cábala han dejado en la obra de tres autores contemporáneos: Francisco Martínez Dalmases, Mario Satz Tettlenbaum y, cómo no, Luce López-Baralt. La meritoria investigación de Murphy aborda la obra de Ibn Massarra, Ibn Arabi, Abu Madyan, Moisés de León, Abraham Abulafia, Ibn Pakuda y otros muchos autores medievales.
La joven doctora eligió los tres autores de referencia por indicación de Sebastián de la Obra. Mario Satz es un escritor argentino judío muy influido por la cábala, mientras que Francisco Martínez Dalmases es un autor español convertido al islam y prolífico en la creación de relatos cortos. Uno de ellos, El Candil, es un texto de tradición oral sufí con reminiscencias no solo hispanas, sino persas y de otras latitudes orientales. De los tres, Luce López-Baralt ha sido, sin duda, la referencia decisiva para Christine Marie Murphy.
Sus conversaciones virtuales con la catedrática americana han resultado enormemente fructíferas para el trabajo de investigación tenazmente urdido por la doctora neoyorquina. La relación académica y personal entre ambas ha crecido en paralelo a lo largo de tres años. Hasta el punto de que hoy Christine Marie Murphy vive con su familia en Puerto Rico, en cuya Universidad trabaja sin descanso.
MYRIAM MOSCONA. Nació en México en una familia a cuyos miembros apenas entendía. Sus padres y su abuela huyeron de Bulgaria tras la Segunda Guerra Mundial. Eran sefardíes. Y en casa se hablaba búlgaro y judeoespañol. En medio de aquella algarabía, Myriam Moscona se atrinchera en el castellano y en la identidad mexicana. Hasta que logra una beca y viaja a la tierra de sus antepasados. En Bulgaria conecta con ancianos amigos de sus abuelos. Los escucha hablar en ladino y pone en marcha un curioso proceso de aprendizaje para comprender su críptica infancia.
Producto de ese atribulado viaje a los demonios familiares nace años después un libro portentoso titulado Tela de sevoya. En el texto, a caballo entre la novela, la memoria y la catarsis personal, Myriam Moscona se reconcilia con un pasado que tardó años en digerir. Algunos pasajes del libro son prodigiosos, como este que reproducimos a continuación: “Mi abuela tiene un momento de lucidez antes de morir. Está al pie de su cama cuando suspira jalando aire como si fuera a encender un motor. La tomo de la mano y le digo al oído: “Abuela, ¿me perdonas?” Voltea la cara y me dice: «No. Para una preta kriatura komo sos, no ai pedron”. Hoy día, Myriam Moscona, autora de varios poemarios y novelas, es la escritora mexicana más leída en el mundo anglosajón.
Su nexo con la Casa de Sefarad llega por un conducto que podríamos calificar de estrambótico. Un día aparece en la bandeja del correo electrónico corporativo un mensaje de un señor llamado Isaac Sevilla. Es un judío sefardí mexicano que prepara un viaje a Córdoba porque está convencido de que sus antepasados medievales provenían de la ciudad andaluza. Se trata de un empresario de mediana edad y carácter afable. Y nada más entrar en la Casa de Sefarad pidió permiso para cantar. Durante diez días consecutivos, visita regularmente el museo judío hasta que regresa a México.
Un mes más tarde, llega otro mensaje a la bandeja del correo corporativo. Era Myriam Moscona. “Nuestro amigo común, Isaac Sevilla, me ha dicho que me cita usted continuamente y que tiene todos mis libros en su biblioteca”. Y así era. La escritora mexicana es una de las mujeres del catálogo de preferencias de Sebastián de la obra desde hace años. Myriam Moscona prepara un viaje a Barcelona para pronunciar una conferencia y se ofrece a dar una charla en Casa de Sefarad. Su visita ya está registrada en un lugar prioritario del centro judío. Llegó a Córdoba y dijo: “Me ha llegado una lengua justo cuando se está apagando”. Se refería al judeoespañol. Pero también aseguró lo siguiente: “Soy mujer en México. Terrible. Soy judía en México. Terrible. Y además soy sefardí en un país donde la comunidad asquenazi es la poderosa. Terrible”.
CONCHA PÉREZ ROJAS. A finales de 2022, el director de Casa de Sefarad recibió un correo electrónico de su amigo Álvaro Martínez Sevilla, el ingeniero que diseccionó la Alhambra y la Mezquita de Córdoba bajo el prisma de las matemáticas. Una escritora y docente acababa de publicar un curioso libro y quería presentarlo en el centro de interpretación judío cordobés. Al cabo de una semana, Sebastián de la Obra recibe un ejemplar de Ukraína, editado por la prestigiosa editorial Huerga & Fierro. En el texto, la autora recorre las ciudades ucranianas que en el primer tercio del siglo XX registraron una sucesión de pogromos judíos, que anticiparon el Holocausto nazi.
Las masacres antisemitas que describe Concha Pérez Rojas en su libro fueron ejecutadas por los fascistas ucranianos, pero también por las tropas soviéticas de Stalin. El libro exhibía una prosa bien construida, salpicada de episodios de carácter emocional. Y convenció al director de Casa de Sefarad de la oportunidad de presentarlo en la sala de la sinagoga el Día del Holocausto a finales de enero de 2023. Había una circunstancia que reforzaba la pertinencia del acto: Ucrania acababa de ser invadida por la Rusia de Putin.
Concha Pérez Rojas es doctora en Comunicación por la Universidad de Granada y graduada por la Escuela Internacional de Estudios sobre el Holocausto Yad Vashem, de Jerusalén. Su trayectoria investigadora está jalonada de estudios y colaboraciones bibliográficas sobre el Holocausto judío y sus circunstancias. Ha escrito sobre Auschwitz, Primo Levi, el juicio de Nuremberg y la creación literaria en el contexto de la Shoah.
La sala de la sinagoga de la Casa de Sefarad se llenó. Y Sebastián de la Obra glosó los prolegómenos del Holocausto y el papel anticipador que representaron las persecuciones masivas y persistentes contra los judíos ya en suelo Ucraniano apenas una década antes del gran genocidio que marcó el siglo XX.
VERED GUTTMAN. Es periodista estadounidense y crítica gastronómica del Washington Post y Haaretz. Despliega un enorme catálogo de conocimiento sobre la tradición culinaria sefardí diseminada por Europa, Oriente Medio y el Mediterráneo. Los judíos expulsados de España se llevaron su cultura alimentaria, pero también se permearon de las tradiciones gastronómicas de los países de acogida. Su web profesional (https://veredguttman.com) contiene un vademécum enciclopédico con recetas procedentes de Israel, Irak, Turquía, Polonia, Rusia, Marruecos, Hungría o Túnez.
Parte de sus saberes culinarios los heredó de sus abuelas iraquí y polaca, de quienes aprendió en su infancia israelí. Oriente y occidente, sefardíes y asquenazis conviven en todo un banquete de memorias gastronómicas cocinadas a lo largo de los siglos en el seno de su propia familia. Su reconocido magisterio en la disciplina empujó a todo un presidente de EEUU, Barak Obama, a encargarle la preparación del séder de la festividad judía de Pesah de 2014.
Todas esas anécdotas las conoció Sebastián de la Obra por boca de la propia Vered Guttman. Una mañana de 2023 apareció por la Casa de Sefarad con su familia en un viaje privado a España. En su visita al museo, se topó con la sala dedicada a la cocina sefardí. Y allí se dio de bruces con su nombre como una de las referentes mundiales. Vered Guttman se dirige a los empleados del centro. Quiere hablar personalmente con el responsable. Sebastián de la Obra estaba en ese momento en la biblioteca. La experta gastronómica estadounidense sube a la primera planta y mantiene con el director una larga y cordial conversación. Le agradece el reconocimiento que el centro judío le dispensa, le revela unos cuantos episodios de su vida profesional, entre ellos el de Obama, y le confiesa su pasión secreta: el universo de los judíos conversos.